Centro Escolar Caserío Villa Esperanza
San Juan Opico, El Salvador
Patrocina esta escuelaPoblación estudiantil
611
Grados
Desde parvularia a 9° grado
Año de fundación
2001
Sobre las necesidades de la escuela
La comunidad de Villa Tzu-Chi se creó tras los dos terremotos que asolaron El Salvador a principios de 2001. El impacto fue de más de mil personas muertas, mientras que otros miles resultaron heridos. Cientos de miles de viviendas resultaron dañadas o destruidas. A lo largo de los años, la comunidad se ha visto afectada por altos niveles de violencia y delincuencia. La situación ha mejorado, pero persisten muchos problemas. Las oportunidades siguen siendo limitadas para las y los jóvenes, la comunidad se enfrenta a un estigma continuo y las luchas económicas son constantes.
Ayuda a dar a las niñas y los niños del Centro Escolar Caserío Villa Esperanza el futuro que se merecen.
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Brindy
“Me llamo Brindy, y soy una estudiante de 15 años del Caserío Villa Esperanza. Mi sueño es convertirme en médico forense.
A pesar de enfrentarme a muchos retos, como la discriminación y la falta de apoyo de mi comunidad, la visión que tengo de mi futuro es de capacitación educativa y aceptación.
Con el apadrinamiento de nuestra escuela, espero que las y los alumnos también puedan sentirse capacitados y animados”.
-Brindy, 15 años
Ver más ▼Jairo
“Soy Jairo, tengo 16 años y apasionado por la música. En mi tiempo libre, me encanta dibujar, ver el fútbol, ir a la iglesia y dar clases particulares de matemáticas.
En nuestra comunidad, la inestabilidad económica y las oportunidades limitadas crean adversidad. Además, nos enfrentamos a la discriminación. Espero un futuro en el que mis compañeros y yo podamos acceder a apoyo y oportunidades, y en el que nuestra comunidad prospere.“
-Jairo, 16 años
Ver más ▼“Soy Carlos, el Director de la Escuela Caserío Villa Esperanza. Nuestra escuela se enfrenta a muchos retos, entre ellos romper el estigma asociado a nuestros jóvenes y a nuestra comunidad, que se habían visto afectados por la violencia. Hace años, era normal oír disparos, y teníamos que proteger a las y los niños bajo sus pupitres. Pero nuestra comunidad ha evolucionado desde entonces. Ahora nos enfrentamos a la tarea de erradicar el estigma, los estereotipos y la discriminación que aún persiste. Cada día, trabajamos incansablemente para infundir en nuestros estudiantes tanto entusiasmo como un sentimiento de esperanza en cuanto ponen un pie en la escuela, la cual se ha convertido en un refugio seguro para nuestros alumnos. Algunos quieren pasar aquí todo el día, pues encuentran no sólo un lugar de educación, sino también un sentimiento de orgullo y pertenencia. Pero nuestras aspiraciones van más allá. Con una infraestructura mejorada y sólidas oportunidades educativas después del horario escolar normal, nuestros alumnos tendrían la capacidad de prosperar”. -Carlos
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